Para mí viajar es algo que me llena; me hace sentir feliz y libre; me desconecta de la rutina, me enseña, me hace contrarrestarme con mi realidad, con mi cultura y hasta con la vida. Viajar me hace reflexionar sobre la persona que quiero ser, sobre el mundo que quiero mostrarle a mi hijo Agustín y del que quiero que aprenda la mejor lección; me enseña que el mundo va más allá de este presente inmediato; que entre una cultura y otra hay diferencias, pero que también hay muchas similitudes. Aprendo y me formo a través de lo que analizo y comparo.
Recorro lugares trasformados por el hombre: soy una caminante urbana; esa es mi mirada, mi formación y mi interés. Ser arquitecta le agrega ese valor a mi experiencia: me interesa entender cómo se conforma la ciudad, cómo se componen sus calles, sus plazas, su arquitectura, y cómo se relaciona la gente con ella. Ver cómo es la vida social entre cada uno de sus elementos.
Viajar es para mí: una lección de vida!!!
Y… aunque no he viajado tanto como quisiera, mucho de lo que he conocido aún lo tengo guardado en mi memoria; sin embargo, con el tiempo hay recuerdos que se van borrando y es por eso me decidí a escribir.
Comencé a hacerlo hace unos veinte años. Inicialmente, solo escribía en mi bitácora de viaje; luego hice algunos álbumes en cartulinas, donde pegaba fotos, tiquetes y anotaba datos curiosos. Con la era digital, comencé a hacer mis Reportes en Word: documentaba el día a día de cada viaje, insertaba fotos y contaba mis anécdotas. Acostumbré a mis queridos lectores –por supuesto, conformados por la familia y unos cuantos amigos– a recibir uno después de cada viaje; así que si no lo recibían en los días siguientes a mi llegada, comenzaban a reclamármelo: era ya un compromiso adquirido por el cual esperaban y en el que yo pensaba desde el momento mismo de la experiencia. De vez en cuando leo esos Reportes, los comparto con Quique -mi esposo- y con mi hijo, y es como volver a vivirlos: ¡me encanta!
Hace aproximadamente siete años, un amigo portugués me preguntó por qué no hacía un blog. En ese momento, aunque lo pensé, no me decidí a hacerlo, y apenas hasta ahora voy a arriesgarme. No sé si escriba bien o no –creo que eso tampoco es lo más importante ahora–, solo quiero hacerlo. Poder dejar mis recuerdos en algún lugar del mundo o del espacio, recuerdos que sobrepasen el tiempo.
Si te decides a leerme, encontrarás la manera como percibo cada lugar, encontrarás datos que te pueden ayudar para tus viajes o, podrás viajar a través de los míos. Te contaré mis experiencias, mis itinerarios, pero sobre todo mis anécdotas, aquellas que siempre acompañan a un viajero y que, ya sean buenas o malas, le agregan ese factor sorpresa.
Recorro lugares trasformados por el hombre: soy una caminante urbana; esa es mi mirada, mi formación y mi interés. Ser arquitecta le agrega ese valor a mi experiencia: me interesa entender cómo se conforma la ciudad, cómo se componen sus calles, sus plazas, su arquitectura, y cómo se relaciona la gente con ella. Ver cómo es la vida social entre cada uno de sus elementos.
Viajar es para mí: una lección de vida!!!
Y… aunque no he viajado tanto como quisiera, mucho de lo que he conocido aún lo tengo guardado en mi memoria; sin embargo, con el tiempo hay recuerdos que se van borrando y es por eso me decidí a escribir.
Comencé a hacerlo hace unos veinte años. Inicialmente, solo escribía en mi bitácora de viaje; luego hice algunos álbumes en cartulinas, donde pegaba fotos, tiquetes y anotaba datos curiosos. Con la era digital, comencé a hacer mis Reportes en Word: documentaba el día a día de cada viaje, insertaba fotos y contaba mis anécdotas. Acostumbré a mis queridos lectores –por supuesto, conformados por la familia y unos cuantos amigos– a recibir uno después de cada viaje; así que si no lo recibían en los días siguientes a mi llegada, comenzaban a reclamármelo: era ya un compromiso adquirido por el cual esperaban y en el que yo pensaba desde el momento mismo de la experiencia. De vez en cuando leo esos Reportes, los comparto con Quique -mi esposo- y con mi hijo, y es como volver a vivirlos: ¡me encanta!
Hace aproximadamente siete años, un amigo portugués me preguntó por qué no hacía un blog. En ese momento, aunque lo pensé, no me decidí a hacerlo, y apenas hasta ahora voy a arriesgarme. No sé si escriba bien o no –creo que eso tampoco es lo más importante ahora–, solo quiero hacerlo. Poder dejar mis recuerdos en algún lugar del mundo o del espacio, recuerdos que sobrepasen el tiempo.
Si te decides a leerme, encontrarás la manera como percibo cada lugar, encontrarás datos que te pueden ayudar para tus viajes o, podrás viajar a través de los míos. Te contaré mis experiencias, mis itinerarios, pero sobre todo mis anécdotas, aquellas que siempre acompañan a un viajero y que, ya sean buenas o malas, le agregan ese factor sorpresa.